Mateo


El Evangelio según
Mateo

Autor:
Anónimo; tradicionalmente se  ha atribuido a Mateo

Fecha:
Tema:
50-75 d.C.
Jesús es el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento concernientes al Mesías; sus discípulos son llamados a un nuevo pacto, a vivir en una dimensión más alta que el antiguo jamás alcazó.

Palabras clave:
Cumplimiento, Reino de los Cielos, Hijo del Hombre, Hijo de Dios, la Iglesia

Autor
Aunque este Evangelio no identifica a su autor, la tradición de la iglesia primitiva lo atribuye a Mateo, apóstol y ex cobrador de impuestos. Además de su nombre y ocupación, muy poco se sabe de él.  La tradición dice que predicó el evangelio en Palestina durante quince años después de la resurrección de Jesús, y que dirigió campañas misiones en otras naciones.
Fecha
Las evidencias externas, tales como citas en la literatura cristiana del primer siglo, dan testimonio de la temprana existencia y uso del Evangelio según Mateo.  Los líderes eclesiásticos del segundo y tercer siglos estaban generalmente de acuerdo en que Mateo fue el primer Evangelio en ser escrito, y varias referencias en sus obras indican que fue entre los años 50 y 65 d.C.  Sin embargo, muchos especialistas modernos creen que Mateo y Lucas se apoyaron decisivamente en Marcos al escribir sus Evangelios, y de acuerdo con ello le adjudican a Mateo una fecha posterior.  Las continuas tensiones entre judíos y gentiles que se reflejan en este Evangelio sugieren un período cuando el judaísmo y el cristianismo aún tenían cosas en común.
Propósito
Mateo intenta presentar a Jesús, no sólo como el Mesías, sino como el Hijo de David, y elabora esta verdad de manera que pudiera ayudar a los cristianos en sus controversias con los judíos.  Muestra que en Jesús se cumple la profecía del Antiguo Testamento, y que la Ley adquiere nuevo significado y se complementa en la persona, las palabras y la obra de Cristo.  Mateo también señala que el rechazo de Cristo por parte de Israel está de acuerdo con la profecía, y que tal rechazo da lugar a la trasferencia de los privilegios divinos de pueblo escogido de la comunidad judía a la cristiana. “El reino de Dios será quitado de vosotros (Israel), y será dado a gente que produzca los frutos de él” (21.43)
Contenido
El propósito de Mateo se hace evidente en la estructura de este libro, que agrupa las enseñanzas y los hechos de Jesús en cinco partes.  Esta estructura, común en el judaísmo, quizás refleje el propósito de Mateo de presentar a Jesús como el cumplimiento de la Ley.  Cada división termina con la fórmula: “Y cuando terminó Jesús estas palabras” (27.28; 11.1; 13.53; 19.1; 26.1).
En el prólogo (1.1-2.23), Mato demuestra que Jesús es el Mesías vinculándolo con las promesas hechas a Abraham y a David.  El relato del nacimiento de Jesús destaca el tema del cumplimiento, describe su realeza y subraya la importancia de Jesús para los gentiles.  La primera parte (caps. 3-7) contiene el Sermón del Monte, en el cual Jesús describe cómo debe vivir la gente bajo el reino de Dios.
La segunda parte (caps. 8.1-11.1) contiene las instrucciones de Jesús a sus discípulos cuando los envió en viaje misionero.
La tercera parte (11.2-13.52) recoge varias controversias en las que Jesús se vio envuelto, y siete parábolas que describen distintos aspectos del reino de los cielos, junto con la obligada respuesta humana.
El más importante de los discursos  de la cuarta parte (13.53-18.35) tiene que ver con la conducta de los creyentes dentro de la comunidad cristiana (cap. 18).
La quinta parte del Evangelio (19.1-25.46) narra el último viaje de Jesús a Jerusalén y revela su trascendental confrontación con el judaísmo.  Los capítulos 24 y 25 contienen las enseñanzas de Jesús en relación con los últimos tiempos.  El resto del libro (26.1-28.20) relata detalles de los acontecimientos y enseñanzas relacionados con la crucifixión, la resurrección y la orden del Señor a la Iglesia.  A excepción del principio y el final del Evangelio, Mateo no sigue un orden cronológico o estrictamente biográfico, pero el texto está diseñado para mostrar que en Jesús el judaísmo encuentra la realización de sus esperanzas.
Aplicación personal
El énfasis de Mateo en Jesús como el cumplimiento de la profecía (41 citas del AT) muestra que la vida y el ministerio de Jesús formaban parte del plan único de Dios a lo largo de la historia de Israel, y no un acto de desesperación.  Todo el Evangelio destaca que Jesús es Emanuel: Dios con nosotros.
Las enseñanzas de Jesús en el Evangelio de Mateo llaman a la obediencia y denuncian la simulación y la hipocresía en la vida personal y comunitaria.
El libro también dirige a la iglesia un fuerte llamado a la obra misionera, la proclamación del las buenas nuevas a todo lo pueblos.  Los discípulos de Cristo deben aprender a vivir en medio de la tensión de dos épocas: La presente de cumplimiento en la persona de Jesús (en sus palabras y obras a través de su Iglesia por el poder del Espíritu), y la venidera, esto es, la consumación de todas las cosas.  En el ínterin, los cristianos están llamados a ser humildes, pacientes, genuinos, fieles, vigilantes y responsables.  Seguros de la presencia del Jesús resucitado, esperan su retorno, cuando la fe habrá de ceder su lugar al ver.
Cristo revelado
Este Evangelio presenta a Jesús como la realización de todas las esperanzas y expectativas mesiánicas.  Mateo estructura sus relatos cuidadosamente para demostrar que con Jesús se cumplen determinadas profecías.  Por lo tanto, satura su Evangelio tanto con citas como con alusiones al Antiguo Testamento, introduciendo muchas de ellas por medio de la fórmula “para que se cumpla”.
En el Evangelio, Jesús se refiere a menudo a sí mismo como el Hijo del Hombre, una velada referencia a su condición de Mesías (véase Dn 7.13, 14).  El término permitía a Jesús, no sólo evitar los malos entendidos comunes que suscitaban los títulos mesiánicos más populares, sino que le capacitaba para interpretar, tanto su misión redentora (17.12, 22; 20.28; 26.24), como su regreso en gloria (13.41; 16.27; 19.28; 24.30; 44; 26.64).
La utilización por mateo del título “Hijo de Dios” destaca claramente la deidad de Jesús (véanse 1.23; 2.15; 3.17; 16.16).  Como el Hijo, Jesús tiene una relación directa e inmediata con el Padre (11.27).
Mateo presenta a Jesús como el Señor y Maestro de la Iglesia, la nueva comunidad, que está llamada a vivir según la nueva ética del reino de los cielos.  Jesús declara a la iglesia como su instrumento selecto para la realización de los propósitos de Dios sobre la tierra (16.18; 18.15-20).  El Evangelio de Mateo puede haber servido como manual de enseñanza para la iglesia primitiva, incluyendo la asombrosa Gran Comisión orientada a todo el mundo (28.12-20), con su garantía de la presencia viva de Jesús.
El Espíritu Santo en acción
La actividad del Espíritu Santo se hace evidente en cada fase de la vida y el ministerio de Jesús.  Gracias al poder del Espíritu, Jesús fue concebido en el vientre de María (1.18, 20).
Antes que Jesús comenzara su ministerio público, fue lleno del Espíritu de Dios (3.16), y salió al desierto guiado por el Espíritu, para ser tentado por el diablo, como preparación adicional para cumplir su papel mesiánico (4.1).  El poder del Espíritu capacitó a Jesús para sanar (12.15-21) y expulsar demonios (12.28).
Así como Juan bautizaba a sus seguidores en las aguas, Jesús habría de sumergir a sus seguidores en el Espíritu Santo (3.11).  En 7.21-23 hallamos una advertencia dirigida contra los falsos carismáticos: Personas que en la Iglesia profetizan, echan fuera demonios y hacen maravillas, pero no cumplen con la voluntad del Padre.  Es razonable suponer que el mismo Espíritu Santo que inspira las actividades carismáticas debe también dar poder a la gente de la Iglesia para cumplir la voluntad del Padre (7.21).
Jesús declaró que sus obras eran hechas en el poder del Espíritu Santo, prueba de que el reino de Dios había venido y de que el poder de Satanás estaba siendo derrotado.  Polo tanto, atribuir el poder del Espíritu al diablo era cometer un pecado imperdonable (12.28-32).
En 12.28, el Espíritu Santo está relacionado con el acto de Jesús para echar fuera demonios y con la realidad presente del reino de Dios; no sólo por el hecho en sí, sino porque los hijos de los fariseos (discípulos) también lo practicaban (12.27).  El Espíritu Santo más bien está protagonizando con el Mesías un nuevo acontecimiento: “Ha llegado a vosotros el reino de Dios” (v.28).
Por último, el Espíritu Santo está presente en la Gran Comisión (28.16-20).  A los seguidores de Jesús se les ordena ir y hacer discípulos a todas las naciones, “bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (v.19).  Es decir, los creyentes deben ser bautizados con referencia al nombre, o sea la autoridad, del Dios trino.  En el cumplimiento de esta comisión, los discípulos de Jesús podrán estar seguros de contar con la presencia continua del Señor con ellos.